
A principios del año 2020 se ha desarrollado una situación difÍcil y sin precedentes en la historia moderna mundial. La propagación de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 ha sido excepcionalmente rápida y ha llevado a la mayor parte de los gubiernos, especialmente los del mundo occidental, a ordenar el cierre y el aislamiento social para limitar sus efectos nefastos. Los desplazamientos, dentro del paÍs y fuera de él, y las interacciones sociales han sido considerablemente limitados, y las únicas actividades productivas y comerciales que quedan en funcionamiento son las que se consideran esenciales.
Entre las medidas adoptadas las más importantes son las que se refieren a las precauciones que cada individuo puede tomar para protegerse a sÍ mismo y a sus seres queridos. Dada la propriedad del virus de ser transportado hacia el exterior del cuerpo de la persona infectada a través de tos, estornudos o simplemente saliva pulverizada (las famosas “droplets”) y de sobrevivir en las superficies durante varias horas, estrictos protocolos y directrices han sido garantizados para evitar los riesgos de contagio de Covid-19.

Las medidas más eficaces son el uso de máscaras para proteger las vÍas respiratorias, y la frecuente limpieza de las manos, especialmente después de tocar superficies que no son adecuadamente desinfectadas. El Ministerio de Sanidad y la Organización Mundial de la Salud han aconsejado lavarse las manos con agua y jabón solo si están visiblemente sucias, exhortando a utilizar disoluciones alcohólicas en las otras situaciones.
EEsto ha llevado a la compra a granel de productos desinfectantes que se encuentran normalmente en el mercado, con los consiguientes agotamientos de reservas comerciales y la dificultad de encontrar la materia prima principal: el alcohol etílico. Esta situación se ha presentado no solo en Italia, sino en muchísimos países, donde los gobiernos han rápidamente aceptado la petición de suspender las tasas impositivas sobre al alcohol no desnaturalizado, que normalmente se utiliza en la industria alimentaria, para poder utilizar aquel producto en la fabricación exceptional de desinfectantes de manos.
En este sector el Randi Group ha contribuido con el suministro de grandes cantidades de alcohol etílico a empresas especializadas en la producción de desinfectantes en todo el mundo, gracias a sus empresas en Italia, España, Australia y Argentina.
En Italia, Villapana ha suministado, y sigue suministrando, aproximadamente 300.000 litros de alcohol etílico, y en Australia Australian Tartaric Products ha suministrado aproximadamente 300.000 litros tambien (en este artículo una historia de colaboración con una pequeña destilería en Mildura, donde la empresa tiene su sede). El mismo escenario se ha reproducido en España y Argentina, donde La Alcoholera de la Rioja y Tecnotar han dedicado parte de su producción a este propósito. Todo esto se ha realizado sin especular sobre esta gravísima crisis sanitaria, es decir, sin aplicar precios terriblemente caros, como ha lementablemente ocurrido en otros casos.
De este modo, el Randi Group ha querido hacer una contribución para las empresas al pie del cañón en la guerra contra el virus SARS-CoV-2, con la esperanza de una solución rápida a la emergencia.
La receta propugnada por la Organización Mundial de la Salud para preparar 10 litros de desinfectante de manos prevee: 8,3 litros de alcohol al 96%, 420 ml de agua oxigenada al 3% y 145 ml de glicerol al 98%, completando el volumen con agua destilada (o esterilizada por ebullición) hasta 10 litros.